sábado, 25 de septiembre de 2010

Las horas muertas


El crepúsculo llega,
los espinos,
afilados en sus alambres,
terminan de cerrar la noche.

la muerte de esta, da paso a la furia amanecida
la alambrada no desdaparece,
solo, se ocultaa las horas vivas.

horas cansadas con contrastes,
horas de miradas desconocidas,
desconocidas pero repetidas.

llega el desasosiego,
la alambraba anuda mi estéril esfuerzo,
sus espinos, arañan en mis oquedades,
cercenan la lucidez que brota de mi.

otra vez, las horas muertas.

Antonio Cimarro
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