miércoles, 11 de agosto de 2010

Una tarde...


Fue una tarde clara, triste y soñolienta
(Antonio Machado
)
Cuando me desnudaste de mis sueños,
los vi caer en un río de vidrio,
nadando como peces pequeños.
¡Y, cómo se escapaban, atarantados!
hasta desaparecer lejos, muy lejos,
en un horizonte, de fuego y cielo.
Fue una tarde , cuando volvía a buscarlos,
me encontré a orillas del río, con taimados ramajes,
queriéndose enredar en mi cuerpo.
Y, con pececillos inflados de dolor y silencio,
la mirad ausente y de niebla,
y vacía de soles y sueños.
Me quedé con los pies sumergidos en el agua
y la mirada, como la de ellos
y en mí, un río de vidrio, al acecho.

María Fuertes
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