domingo, 30 de mayo de 2010

Diálogo de caminantes

Ocurrió que al terminar el día al abrigo de gigantescos árboles cuyas ramas ofrecían un pabellón al extenuado peregrino: dos caminantes conversaban ante las extinguidas brasas de una candela.
-¿ Tienes cómo yo, impregnados los sentidos de olor a tierra mojada? ¿Sientes la alfombra ocre crujiendo bajo tus pisadas?
-Amigo, me quedo sin palabras que puedan definir tanta belleza hallada. Nunca imaginé caminata tan larga entre los olmos y abedules, que filtrara un atardecer malva y apaciguara mi espíritu y mis noches solitarias.
-Mira ese cielo endrino, esa transparente estela, velo de blanca novia. ¿No sientes que tu alma se desliza entre los poros de tu piel vieja y cansada? Cerremos los ojos, amigo. Soñemos con una mañana de sendas abiertas al mundo; sendas de arenas doradas.

Ángeles Marin (Geli)
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