Si es una dulce ilusión de placeres prohibidos,
o ciudades lejanas y quietas que crean el silencio,
lo acepto; que es de héroes vivir lo ineludible.
Si el destino es amar a un cuerpo que no existe,
o dormirme en el rojo de labios no besados,
y silenciar el deseo que nunca fue pasión,
lo acato; que es de héroes sentir la lejanía.
Si el destino es acaso un camino en la niebla,
un espejo que me asoma a un mundo robado,
o a un paisaje pintado a través de la lluvia,
lo asumo; que es de héroes viajar a la inocencia.
Pero necesito vivir, sentir, viajar, estar a solas
con la verdad que acecha mas allá del camino.
Me duelen las promesas fingidas, la esperanza marchita.
No es verdad que la dicha sea mía, ¡no!
No es verdad que la dicha sea mía sino me pertenece.
Rogelio Abad Mora (abril de 2005)
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