Hay días que son como un
desierto.
En el corazón, un sol
abrasador
almacena espejismos y
confusión,
como agua en el vientre de
un camello,
que desvela un penetrante
vacío.
Hay noches de estrellas y
luna caída
que oscurecen la razón
y aclara las cabezas de
las dunas,
dejándoles negras sus
faldas rizadas,
que alisa con su aliento
la brisa nocturna.
Hay ojos buscando, como
pájaros,
oasis y palmeras nítidas
para colgar sus tristes
espectros
jadeantes y polvorientos;
como si fueran dátiles.
Hay impalpables aforismos
y elocuencias
deslizándose
sigilosamente
como serpientes por la
arena
formando ondas de
aflicción
tácitas e internas.
María Fuertes
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