Imagen tomada de la red
Marca el viento el camino en la inmensidad
donde las rocas sufren el embate de los recuerdos
que llenan sus angostos huecos mortecinos
con lánguidas oleadas que vienen y no pueden.
Bramidos en el silencio imaginado,
locura que encadena los deseos,
efímeras gotas aferradas en nuestras arenas
estériles,saladas, muertas.
Rastros de horizontes gélidos
abandonados al fracaso sostenido
en nuestros caminos erróneos,
expulsados al fondo agreste
donde se recogen con extertorres últimos,
las negras sendas de nuestras lunas, ya rotas.
Antonio Cimarro
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