
Naciste de humilde manantial en la Serranía de Cazorla. Llamado en milenarios tiempos Tartesus y Betis, y es así como asomas majestuoso por los ojos del centenario puente de Triana.
En este tramo de tu cauce te da pereza, soñoliento en seguir tu camino, y pasas lento, pausado, dejándote acariciar por las orillas que asomas a ti plenas de historia. Una hispalense y otra mora, donde su Torre del oro es fiel testigo de la riqueza que arribó a tus márgenes, y donde la Maestranza te impregna de su murmullo en tardes de valor y gloria. La otra trianera, pícara y alfarera; desde ella, su torre de Santana te hace guiños en noches de “Velá”. Y la plaza del Altozano con su mítica gitana, que arropada con gracia en el mantón, pierde su mirada en tus verdes aguas. Con mimo rozas la capillita del Carmen y tu vaivén suena a plegaria.
¡ Guadalquivir! Con desgana te acercas al puente de San Telmo, dices adiós a Sevilla y sigues tu andadura hacia el mar que te reclama y en la sanluqueña barra esperas anhelante el abrazo acompasado de la marea.
Ángeles Marín (Geli)

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