lunes, 22 de marzo de 2010

Anuncio de primavera



Como ángel de un mundo de tinieblas
es mi vida de noches, de silenciosas lunas
de polvo cósmico y lágrimas de estrellas.

Se acostumbraron mis ojos a las calles oscuras,
al neón artificial y frío de la ciudad nocturna
a la senda de escondidos tugurios con sus sombras ocultas.

Mi corazón se llenó de apagados anhelos,
dibujando una ruta que comienza en poniente
y termina en regiones de zozobra y misterios.

Gentes lejanas, venidas de la tarde
con enfáticos pregones de otras lenguas
me aseguran que volvió la Primavera.

Que ha pasado el tiempo del invierno,
que el mundo es un milagro de color
mostrado en cada instante a nuestros ojos.

Que luzcamos con ropajes de alegría
para recibir de los dioses generosos, de nuevo,
una ves más, el perpetuo milagro de la vida.

Mas, busqué en el guardarropa de mi alma
y solo pude encontrar atuendos negros,
presentimientos negros, máscaras de amargura.

El desengaño hipotecó mis alborozos
transformando las radiantes esperanzas
en sombras apagadas del crepúsculo.

-Señora de los cielos luminosos,
tal vez mañana, cuando no sea un maldito
y la vida haya cambiado mi designio de hoy

podré tal vez al fin, fabricarme unas alas
para con ellas, como Ícaro triunfante,
en un vuelo supremo, intentar llegar al sol.

Rogelio Abad Mora
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1 comentario:

Lola Padilla dijo...

Tu ícaro en estos versos, llegará al sol y lo prenderá.
Que genialidad de primavera nos traes.
Un saludo.