De pronto de escuchó un tremendo estruendo: ¡atchis!
“Ea, ya me ha llenado de microbios mi dueña”. Mientras veía cómo se le venía encima una gran cascada de microscópicas burbujitas.
“Hay que ver en el mal sitio que me ha ido a colocar la madre naturaleza.
Todavía si me hubiese situado en un párpado, imaginaría estar en la cresta de una ola; todo el día sube y baja. Pero no, me tuvo que poner donde salen la mayoría de estas cosas, alrededor de la nariz”.
De pronto se escuchó una sonora carcajada: ¡ja, ja, ja!
“Socorro, no. Ahora abrirá su boca y me estrujará como si exprimiera una bayeta. ¡Pero qué harto que estoy”!
...Pero peor es cuando rasca, con esas interminables uñas... ¡Qué asco! ¡Puja! Qué escalofrío, se me erizan todos los pelillos con los que estoy recubierto. ¡En fin!¡ Qué le vamos a hacer. Me conformaré con lo que me ha tocado vivir...
Ángeles Marín (Geli)
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