y lloran desapaciblemente las nubes
en la timidez taciturna del otoño.
Mis párpados se abren en la bruma.
Y los ojos buscan, aciagos, el vigor perdido;
olvidado en otra estación del tiempo.
Quieren dilucidar el oscuro camino,
del ir y venir de los pasos en mis días,
que, aminoran el brío de mi cuerpo.
Y llega la metamorfosis, la veo, la siento.
Soy una planta más del universo
y se troncha mi tallo en la vida.
Mi piel padece un frío esporádico
y pide el abrigo de otra piel;
mientras mis manos deliberan,
cómo concordar las palabras, que germinan
de la garganta a los labios,
y hacerlas poemas.
María Fuertes
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